martes, 28 de agosto de 2012


LAS FLORES Y SU FRAGANCIA 


(COMPOSICIÓN ECOLÓGICA)


Las flores, son curiosidades en el infinito y pintoresco paisaje, que pincelados a través del tiempo, en zarcillos gráciles y galantes de colores celestiales, parecen creaciones pasionales de algún adorable príncipe medieval cautivado por la generosidad y sencillez de la tierra, disuade el arco iris en miscelánica lluvia multicolor haciéndola el más bello jardín terrenal de luminoso esplendor.


¿Pero qué son las flores? Un delicioso regalo de la naturaleza y su inspirado sosiego vivificador, que sopesa la vida con vívidos colores y aromas espléndidos los sinsabores míseros de la maldad intrínseca del hombre.


Las flores, son perlas variopintas de pétalos aporcelanados bañados con alquímico perfume. Colmenares recónditos revestidos de dulce néctar. Parajes apacibles, afables y admirables. Las flores son una sensacional comparsa panorámica de excéntricos pajarillos de espíritu errante, que entre melodiosos susurros avanzan cual vendavales, enfrentando al hastío tormentoso del viento, encandelillando y deleitando a la silente bóveda azulina buscando el umbral gratificante, el remanso ansiado.

Las flores también son amabilísimas sensaciones de seducción y gozo, luces resplandecientes de centelleo incandescente que irradian fantasía regocijando y acicateando a la alegría y a la nostalgia. Son tributos acrisolados donde quiméricos enamorados impregnan sus desvelos, amores y delirios. Las flores, irradian hermosura y sedientas de cariño exacerban sus emociones y convierten su aroma en tentación desenfrenada, atrayendo a sus fieles amantes. La incansable abeja, el subyugante picaflor, la inquieta mosca, la garbosa mariposa, el atrevido viento, la gotita de agua, para que en silencio sensual consuman el idilio sublime de unir polen y óvulo, perpetuando su belleza con singular encanto.


Qué sería el mundo sin la presencia de claveles y gardenias de jazmines y azalias, de floripondios y orquídeas, sin lirios y azucenas, sin azahares y violetas; sin la apariencia espigada de margaritas coronadas de pálido tul blanco, o de las rosas, ágatas deslumbrantes ataviadas de finos y suaves oropeles de mil colores, como la de frenético color púrpura, que el loco soñador caminante obsequiaba a su adorada Dulcinea, cuando su nostalgia indiscreta se desbordaba en ternura pletórica.


Las flores son plañideras mudas, ahí donde la angustia quema, el dolor golpea con saña, el alma se atormenta y afluvia despavorido el llanto amargo y se confunden con la soledad, la desolación, el sollozo, el gemido ultimando el adiós sin retorno.


A las flores por su fragilidad y delicadeza se les compara a un desconfiado y exhorto pajarito, cuando se le arranca de su mundo se le enmaroma y condena, entonces de tristeza y rabia desfallece en la soledad enjaulada de la libertad villana.



!Oh asombrosas flores! Paradigmas de amor, fecundidad y vida. El mundo es pequeño para albergar tu belleza. Tu existencia es epítome de calor y dulzura; un sueño dorado. La vida, la piedra que rueda y rueda si le faltara la exquisitez de tu fragancia.
David Torres Celi



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